12.4.11

Sushi radiactivo



 
   Refugio en Japón. 17-03-11. bighaber.com

El desastre nuclear en Japón pone un tema sobre nuestra mesa: ¿Qué peligro de envenenamiento radiactivo corremos al comer en estos tiempos? En el caso de la energ{ia nuclear y nuestras bocas, conviene saber: ¿Qué es la radiactividad y por qué es dañina? Al desintegrarse, ciertos materiales emiten particulas que pueden alterar nuestras células. Si dañan el código genético (ADN), se producen mutaciones diversas (como la imporbabilísima del pez de Bart) y muchas veces cancerígenas. La radiación proviene de materiales radiactivos como el yodo-131, el cesio-137, o de fuentes energéticas como los rayos-x y el sol.

                 
                                 Esto no es gracioso
El 5 de abril, el gobierno japonés reportó que las muestras de peces tomadas a 50 km alrededor de la planta nuclear de Fukushima contenían cantidades de yodo-131 y cesio-137 superiores a las permitidas por la ley correspondiente. Lo mismo ha sucedido con alimentos como la leche de vaca, el brócoli, la coliflor y otros vegetales cultivados en la zona del desastre (para un reporte diverso y equilibrado: Food Safety News). Las concentraciones de material radiactivo en el mar presentan tendencias decrecientes en tiempo y espacio con respecto a la planta nuclear, por lo que el peligro de envenenamiento radiactivo   a corto plazo es nulo para los que no vivimos en Japón. El yodo-131 se desintegra a un ritmo de 50% cada 8 días, pero el cesio-137 lo hace en alrededor de 30 años. Ciertos restos tóxicos tienen tiempo de sobra para  llegar a nuestras bocas. Hay una propiedad preocupante de las sustancias tóxicas en el ambiente: su acumulación ascendente en la cadena alimenticia.

    Pongamos por ejemplo lo sucedido en el lago Clear de California hace 60 años: se usaba el insecticida DDT contra los mosquitos, y aunque su concentración en el agua (de 1/50 partes por millón) parecía inofensiva, el DDT se incorporó a la cadena alimenticia y fue subiendo por ella: en el plancton la concentración era 250 veces mayor a la del agua, 2000 veces mayor en las ranas, 12,000 veces mayor en los peces y 80,000 veces mayor en las aves que comen peces (colimbos); estos tenían 1600 partes por millón de DDT en sus cuerpos, lo cual provocaba extrema fragilidad de sus huevos. Resultado: de las 1000 parejas que había en la zona, ninguna empolló entre 1950 y 1962. (Rachel Carson relata esta tragedia en su libro Primavera silenciosa (Silent spring)).

    Otro ejemplo: el mercurio, utilizado en diversas industrias  (p. ej.: extracción de oro), suele terminar en los mares, donde entra en la cadena alimenticia y su concentración, también, se incrementa ascendentemente. Los peces depredadores (como el atún y el tiburón) pueden acumular enormes cantidades de metilmercurio (forma más tóxica del metal) en sus tejidos grasos antes de llegar a nuestros platos. Como dijo cierto investigador: "De todos los animales, el que tiene ahora más contaminantes en el cuerpo eres tú" (pueden leer el artículo
aquí).

     En resumen, todos los contaminantes industriales que no se degradan con rapidez (como el cesio-137) se incorporan a las cadenas alimenticias y se convierten en un peligro a largo plazo para los grandes depredadores como los colimbos del lago Clear y los bípedos parlantes sin plumas (homo sapiens) de todo el mundo.


    Si intentáramos convertirnos en una caricatura de comensal obsesionado con no comer nada que pueda contener alguna sustancia potencialmente tóxica, moriríamos de hambre. Sin embargo, la estrategia más práctica e inmediata para reducir nuestra acumulación de toxinas es:

Comer de forma variada y local

La Dieta del Holgazán Urbano  (enormes cantidades de cereal procesado + latitas de atún + frituras ocasionales), es una manera excelente de envenenar el cuerpo con muchísimas azúcares, sal y  sustancias tóxicas que el atún haya acumulado durante su larga vida oceánica. Un Comensal Hipersaludable que coma dos kilos diarios de brócoli (por eso de que es anti-cáncer) y ocho toneladas de pescado (por eso del Omega-3) se arriesga a comer muchísimos pesticidas y contaminantes marinos.  Seamos prácticos y busquemos el equilibrio.

    Además de los riesgos de contaminación alimenticia, hay muchos otros motivos convincentes para rechazar la industria nuclear. Les sugiero leer
Verdades sucias.


Bobby el pesimista (palero #9): Ay Dios mío, el vaso está medio vacío. ¡Vamos a morir!



Jonny Feliz (palero #10): ¡Super! El vaso está medio lleno.  ¡A beber!

Guerrero de Terraboca (palero #11): El vaso contiene 45 mililitros de agua posiblemente radiactiva. ¿Qué riesgo asumo si la bebo y cuánto puedo sobrevivir sin tomar agua?


    Al ver la actitud de nuestros amables paleros: ¿Cuál les gusta más?


*Próxima entrega: Terraboca en Yucatán  (Crónica de un viaje de investigación).

3.4.11

Ego comensal

Comemos por nuestro propio beneficio. Con excepción de las mujeres embarazadas o lactantes, nadie come para provecho de otra persona. Sin embargo, comer no tiene que ser una actividad egocéntrica.
    “Nuestro propio beneficio” no coincide con la reducida porción de nosotros que es el ego. Si yo tengo antojo de mole pero mi estómago está repleto de úlceras, hay un conflicto de intereses; si yo deseo consumir 7000 calorías diarias  y no pagar dos asientos de autobús (debido a mi obesidad mórbida) hay otro; si yo deseo que los 7000 millones de personas del planeta coman hamburguesas todos los días pero no me interesa devastar todos los ecosistemas del planeta en el proceso, otro más.
    El egocentrismo es una deformación de la realidad en la que nuestra conciencia individual (nuestro punto de vista)  sólo puede ver una parte pequeña de la complejidad exterior, por lo que ignora que “nuestro propio beneficio” no depende solamente de las factores de elección que se le presentan inmediatamente: hambre, sabor y precio.  
   Piénsalo: ¿cómo eliges lo que comerás cuando vas al super o a un restaurante? Probablemente buscas lo que más se te antoje (sabor), lo que te llene mucho o sólo te entretenga (hambre) o lo más barato (precio). Nuestro poder adquisitivo determina la importancia relativa de esos factores. Observa el diagrama:



Dilemas del comensal frente al círculo egocéntrico
   En el centro de todas nuestras elecciones está el hambre. Este factor nuclear será satisfecho según la riqueza: el pobre pensará  en el precio, por lo que elegirá carbohidratos y grasas baratas y riquísimas en calorías (tortas, tacos de canasta, refrescos); el rico lo hará pensando  en el sabor, por lo que tal vez coma muchísimo y variado, y el clasemediero estará angustiado por comer rico pero no muy caro, perder unos kilos para caber en el esmoquin y comprar una televisión.
    Pero hay mucho más: nuestra química cerebral y los estados de ánimo que produce son profundamente afectados por lo que comemos; nuestra sociedad (con sus muchos limpiaparabrisas y narcotraficantes potenciales) es también producto de la dinámica económica basada en producir nuestros alimentos; y los aires contaminados, los páramos de tierra estéril y los climas impredecibles también tienen que ver con nuestra forma de comer. El comensal egocéntrico es alguien que se unta bloqueador solar mientras le prende fuego a su casa. 
Posmogurú (Palero #8): la Tierra es un ser vivo palpitante y unitario, y lo que le hacemos a la Tierra nos lo hacemos a nosotros mismos; cada gota de agua tiene la misma esencia que el mar. Hermanos: cada vez que comemos algo nos comemos a nosotros mismos. Amen lo que comen, ámense al comer.
   Todos buscamos nuestro bienestar personal en la vida alimenticia, y la estrategia egocéntrica nos procura un placer fugaz, incompleto y superficial. Para ir hacia un bienestar alimenticio profundo, completo y duradero, que sirva como base de una vida feliz, nos conviene pensar lo que comemos.


* Próxima entrega: Sushi radiactivo (Sobre la crisis en Japón y la producción de alimentos y energías).

1.4.11

Bienvenida

Papichulo (Palero #1): Ke asco, no maaa, Comensal, yo como con la boca, no con los pies, komo tu, JAJAJA.
Comensal: Es una metáfora, papichulo, para decir que Terraboca promoverá una forma de alimentación consciente de su impacto personal (placer y salud), comunitario (paz, libertad, equidad) y natural (biodiversidad, abundancia perdurable).
Caperucita (Palero #2): ¡Qué interesante!
Papichulo:  Ha, pus chido, y eso komo ke para ke????
Comensal: Para buscar un bienestar profundo e inteligente en nuestras vidas alimenticias. Como le sucede a toda especie domesticada por el hombre, ceder a otros la responsabilidad de alimentarnos nos está haciendo perder una valiosísima autonomía orgánica; los perros, por ejemplo, son mucho más pendejos que sus ancestros salvajes, los lobos (un 30% menos de capacidad cerebral), y el maíz, hijo domesticado del teozintle, ya no sabe atraer a los nemátodos, unos gusanos subterráneos microscópicos que lo protegían de las larvas comedoras de raíces. Las diferencias anatómicas entre un jabalí y un cerdo de granja son equivalentes a las que hay entre un cazador de las islas Andamán y un obeso atrapado en su sillón. Una pregunta central en Terraboca es: ¿Cuáles son las consecuencias de ser comensales pasivos e ignorantes?
Caperucita: ¿Es usted lobo?
Papichulo: Que biajado, wey, que me estas disiendo pendejo o que? Orale dejate venir, cabron, a ver komo nos toca.
Mi abuela (Palero #3): Ay Dios, ¡mi nieto es comunista!
Comensal: Tranquilos, amigos, tranquilos. Sólo los invito a explorar cómo nuestras decisiones alimenticias afectan nuestra realidad biológica (física y mental…), social (distribución de la riqueza, salud pública…) y ambiental (uso de recursos naturales, deforestación, contaminación…).  Hacernos conscientes del impacto de lo que comemos nos permite decidir con libertad cómo queremos vivir.
Dr. Sammy, (ced. prof. 3330069) (Palero #4): Yo célebre gastroenterólogo extranjero, considero que todos los personas con sobrepeso, obesity, bulimia, anorexia, neurosis, arterioesclerosis, diabetes, cálculos renales, dispepsia, colitis nerviosa, diarrea y disfunción eréctil deben leer este blog. El solución a todos sus problemas está aquí.
Caperucita: ¿Y cómo lograremos está encomiable empresa, señor Comensal?
Comensal: Por medio del análisis y comentario de nuestra realidad alimenticia. En Terraboca responderemos a preguntas como: ¿Qué efecto tienen los productos transgénicos en nuestras vidas? ¿Por qué nuestra dieta posmoderna contribuye al malestar emocional? ¿Por qué la carne del salmón es rosa? ¿Por qué mis vecinos se apellidan Abramowitz y no comen puerco? ¿Cuáles son las consecuencias sociales de la aparcería?  ¿Por qué tengo cáncer de colon? y muchas más.
Caperucita: ¡Qué interesante!
Teórico de la Revolución (Palero  #5): Con espacios como éste, el proletariado está llamado a liberarse de las garras opresoras de las corporaciones internacionales que, coludidas con las esferas más altas del poder político neoliberal, perpetúan la explotación y la miseria de las masas hambrientas. ¡Guerreros de Terraboca: Uníos!
 Mi abuela: Ay mi hijito, qué orgullo, además de guapo, escritor.
Dr. Sammy: Yo y otros investigadores y científicos europeos que trabajen en mi laboratorio secreto en Antártida, recomendamos lo.
Papichulo: Camara, wey, sta de poca madre, le boi a decir a todas mis nenas ke te vengan a leer. Jaja O sea stá chido, progre, intelectual. Si rifa.

*En la próxima entrega: Egocentrismo al comer