14.8.11

¿Variedad o vanidad?

La enorme variedad de productos ofrecidos en un supermercado es inversamente proporcional a la cantidad de especies animales y vegetales involucradas en su fabricación.

Andy Warhol. El arte de lo mismo.

El monopolio de nuestra alimentación es ostentado por el maíz, la soya, el trigo, la caña de azúcar, la res, el pollo y el puerco. Ya he referido en la entrada "Equilibrio alimenticio" la enorme cantidad de especies consumidas por algunas de las sociedades de cazadores-recolectores que sobreviven. Ya he elogiado en "Sushi radiactivo" y otras entradas la conveniencia múltiple de llevar una alimentación variada. Ya he dicho mucho sobre la variedad, y en esta ocasión quiero reflexionar la enorme variedad de productos procesados en nuestros supermercados.
    Pongamos por ejemplo las leches de Lala y Alpura, cuyas presentaciones son muchas (entera, light, descremada, deslactosada, adicionada con vitaminas, etc.). Esta ampliación de las opciones del individuo parece liberarlo, pues le permite adaptar su ambiente (en este caso, la leche que consume) a sus necesidades particulares. Ya lo dicen las populares canciones de autocomplacencia (Born this way de Lady Gaga, Fireworks de Katy Perry...): eres único y mereces algo especial para ti. Sin embargo, este modelo de comercialización fomenta una individualización costosa  (en una familia cada quien tiene su leche, su cereal, su televisión, etc., y esto cuesta más que la homogeneidad). Se me podrá acusar de promover una homogeneidad totalitaria. No. Sólo doy cuenta de dos hechos cuyo valor asignará el lector:

1) La desmesurada variedad de procesamientos, promovida debido a su capacidad para agregar valor mercantil a los productos, sólo es factible en una economía de grandes empresas trasnacionales.
2) La explosión de proceseamientos coincide con el empobrecimiento de la diversidad de alimentos naturales. Esto también responde a un principio sencillo: la economización industrial. Existe una enorme variedad de mieles distintas cuyos sabores dependen del tipo de plantas y abejas que las producen, pero casi todos los alimentos procesados están endulzados con jarabe de maíz.
   Pienso un corolario: el enriquecimiento monetario de los intermediarios permitido por el procesamiento industrial de alimentos ha estado acompañado por el empobrecimiento alimenticio de los consumidores. Así es. Borat, el célebre reportero ficticio de Kazajstán, visitó un supermercado estadounidense y entrevistó a un empleado. El video demuestra un enorme poder crítico y cómico, pues hace evidente el absurdo elemental del exceso de lo mismo. La desesperación que uno siente al verlo es signo de una desesperación básica de nuestra sociedad: la oferta excesiva de la aridez. Disfruten.