12.6.11

Equilibrio alimenticio




Durante miles de años, los humanos hemos vivido las mismas experiencias: hemos luchado, amado, jugado, muerto... y hemos comido. En este presente repetido está el valor de la tradición: otros ya vivieron, muchas veces, lo mismo que nosotros, y algo nos pueden enseñar. Hoy quiero evocar una misma doctrina manifiesta en dos culturas distantes: la aspiración al punto medio. Aristóteles habló de la felicididad de una vida que no cayera en los excesos de las pasiones humanas (Ética a Nicómaco); la doctrina neoconfuciana  dio a la humanidad el 中庸 (zhōng yōng), la Doctrina de la Medianía, un elogio de la moderación y el equilibrio mental. Ambas coinciden en que la medianía (búsqueda del punto medio) es el camino a la Felicidad y el cumplimiento del orden natural. Veamos ejemplos de cómo se cumple esto a la hora de comer:
    Existen unos micronutrientes llamados polifenoles que ayudan a evitar el deterioro natural de nuestras células (son antioxidantes). Se encuentran en las plantas y la mayor subclase de ellos son los flavonoides, que están en grandes cantidades en el café, chocolate y té. Hay evidencia contundente de que su ingesta mejora el desempeño mental (agilidad, memoria, evita la demencia senil...) (Nurk et al. Journal of Nutrition 139: 120-127, 2009).

Macario el Gordo (palero #27): Ah, qué bien, pus ahora voy a beberme 50 tazas diarias de café todos los días, como Balzac. Y dos kilos de chocolate y un garrafón de té, para llenar. ¡Me voy a volver un Einstein!

     Pero no es así de simple. Con el té, por ejemplo, hay estudios que demuestran que sus cualidades antioxidantes se pierden a cierta concentración (10-20 micras de mol por litro) y producen el efecto contrario: producen la apoptosis (muerte celular). También hay datos sobre los efectos positivos de las bebidas alcohólicas en las funciones cognitivas y en la prevención del síndrome de Alzheimer (de Lorimier, "Ann. Jour. Surg. 180: 357-361, 2000):

Macario: ¡Qué chingón! Me voy a poner bieeennn pedo.

     Pero el consumo excesivo de alcohol tiene el efecto justamente contrario: promueve la muerte neuronal y desemboca en la estupidez (Luchsinger et al. Lancet Neurol., 3: 579-87, 2004). Y así podría seguir...
      Frente a este panorama, uno se puede preguntar: ¿Pero cómo voy a saber cuánto es bueno y cuánto es malo? ¿Cómo sé qué es moderación?
    La respuesta está, una vez más,  en la variedad. Si uno disfruta del café, pero también del té, del jugo, del chocolate, del agua, por simple ejercicio del gusto se  llegará a un consumo moderado de todas esas bebidas.
    La tradición nos dice que la medianía cumple el orden natural. Según estudios antropológicos, las tribus contemporáneas de cazadores-recolectores (los que viven de forma más parecida a nuestros ancestros pre-agrícolas) comen una enorme variedad de alimentos: los ¡kung del sur de África comen alrededor de 105 especies de plantas y 144 de animales. Los aborígenes australianos de Queensland consumen alrededor de 240 especies de plantas y 120 de animales. 

¿Cuántas especies de plantas y animales has comido tú?

  El típico comensal urbano vive en el extremo de la pobreza: come maíz (que está en casi todos los alimentos procesados), pollo, vaca, y poco más. (Definición moderna de ensalada: esa cosa verde que le ponen a la hamburguesa). La dieta moderna siempre tiene demasiado: mucho (sal, azúcar, grasas saturadas, hormonas, pesticidas, metales pesados...) o poco (vitaminas, antioxidantes, minerales, fibra...).
¿Dónde está Terraboca? A la mitad. O como diría el filósofo:
                                                                                                                         Ni muy muy, ni tan tan.
  

3 comentarios:

  1. ¿Podríamos producir tanta cantidad para la población mundial? Nos obligaría definitivamente a revertir la tendencia del trabajo rural. El campo necesitaría nuevamente muchísima mano de obra.

    Un lujo que sólo podría darse un aristócrata inglés o un indígena en la selva.

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  2. O: Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Además hay que ampliar horizontes. El consumo de insectos, por ejemplo, no sólo podría ser extremadamente barato sino altamente nutritivo. Así como el cultivo de plantas, vegetales o tubérculos en casa, que aunque no pueden satisfacer las necesidades de consumo, sí aportarían diferencias: la experiencia de tener un huerto (así sea pequeñito), sembrar semillas criollas, comer lo que uno ha cultivado.

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  3. Una amable lectora y amiga, Mar, comentó por correo: "Otra imagen que podrías haber utilizado para la nueva entrada es la de "La caída de Ícaro", de Brueghel el Viejo: es la representación plástica de lo le sucede a quien no sigue el consejo-máxima: in medio tuttisimo ibis. Ovidio la usa en dos mitos, el de Faetón y el de Ícaro; en uno es Febo quien la dice y en el otro Dédalo.
    Para seguir con el comentario de Adrián, además creo que no hay que irse tan lejos. Sí, la situación es difícil, pero si en lugar de ir a hacer las compras a los grandes supermercados (Sams, Walmart, Superama...) vamos una vez por semana a tianguis, carnicerías, pollerías o fruterías de la esquina, además de que daremos un agradable paseo, estaremos comprando necesariamente más variado."

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